Cuba elimina la 'tasa revolucionaria' del 10% sobre las remesas en dólares
Otra medida de Raúl Castro en la "dirección correcta". Así calificaba un veterano economista, habitualmente escéptico, la reciente decisión del Gobierno cubano de eliminar el 10% de impuesto revolucionario con que gravaba los envíos de remesas en dólares desde el exterior. La medida beneficiará a millones de cubanos con parientes en EE UU y permitirá a las autoridades controlar desde un inicio la mayor parte de las divisas que entran al país en concepto de remesas, algo de vital importancia para el Gobierno en momentos en que la isla atraviesa una delicadísima situación financiera y cuando cada dólar cuenta.
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El monto del dinero enviado puede estar entre 800 y 1.000 millones al año
Supone más que el total de ingresos por turismo o por las exportaciones
El impuesto se aplica desde inicios de la década, al agravarse el embargo
El régimen sigue asfixiado por la escasez de divisas y la falta de liquidez
La medida empezó a aplicarse el lunes, pero no se hizo pública hasta el jueves, cuando la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de EE UU emitió un comunicado explicando que las oficinas de la Western Union en la isla podrán entregar a partir de ahora pesos convertibles (CUC) a los cubanos, sin aplicar el 10% de gravamen, a cambio de los dólares enviados desde EE UU.
Hasta ahora los cubanos recibían el dinero en dólares estadounidenses y después tenían que cambiarlo en los bancos por CUC o pesos cubanos, con la multa del 10%. Obviamente, el dinero menguaba sustancialmente, sobre todo teniendo en cuenta que la tasa de cambio oficial es de 0,90 pesos cubanos convertibles por cada dólar. Contando el gravamen del 10% significaba que por cada 100 dólares enviados desde EE UU el destinatario en Cuba recibía finalmente solo 80 pesos.
La realidad era que, para evitar la mordidadraconiana, casi nadie enviaba el dinero a través de Western Unión. Lo común era utilizar los servicios clandestinos de mulas o contrabandistas que obtenían magras comisiones por transportar y entregar el dinero a las familias en Cuba. La situación puede dar ahora un giro de 180 grados. En los últimos días se ha disparado el envío de dinero a través de las oficinas de la Western Union.
Nadie sabe en realidad cuánto dinero entra al año a la isla en concepto de remesas. Se habla de entre 800 y 1.000 millones de dólares, pero no hay cifras oficiales. De cualquier modo, este monto de dinero fresco supera todos los ingresos netos que se obtienen por turismo, o más que los beneficios obtenidos por el total de las exportaciones del Estado.
Los dólares de las remesas llegaban a las arcas del Estado al materializarse en la red de tiendas de divisas, donde se paga en pesos convertibles y las comisiones son elevadas. Ahora, si es cierto que las autoridades perderán el 10% de lo que obtenían por concepto de la llamada multa -aproximadamente 100 millones de dólares (76,2 millones de euros)-, a cambio accederán de inmediato al total de las divisas que entren al país.
El impuesto del 10% a los dólares estadounidenses comenzó a aplicarse a comienzos de la década, en pleno recrudecimiento del embargo por la Administración de George W. Bush, como respuesta a las sanciones impuestas por Estados Unidos a los bancos internacionales que realizaban operaciones de cambio de dólares con Cuba. Esto hacía mucho más caras las transacciones con la isla.
La medida adoptada ahora es importante: tanto para la gente de a pie, a la que le cundirá más el dinero que le envíen sus parientes en EE UU, como para el Gobierno, que sigue asfixiado por la escasez de divisas y las dificultades financieras. A finales del año pasado, el Gobierno congeló las cuentas bancarias de numerosos empresarios extranjeros, una situación que ha comenzado a aliviarse poco a poco, pero que todavía no está resuelta.
Aunque no tanto como en otros países del área, las remesas son importantes para la economía cubana. El ex presidente Bush restringió sustancialmente las remesas durante su mandato, pues redujo tanto los viajes de los exiliados como la cantidad de dinero que podían enviar, pero han aumentado considerablemente con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, que eliminó numerosas trabas para que los cubanoamericanos viajen y envíen dinero a sus seres queridos.
Cuba sienta las bases en estos momentos de un cambio de modelo económico. El propio Raúl Castro ha dicho en varias ocasiones que el viejo modelo de socialismo estatista conduce al "precipicio" y que el país ha de abrirse a un sistema mixto, con cada vez mayores espacios para el autoempleo, la iniciativa privada y el fomento del sector cooperativo. Hoy, en medio de un debate nacional para preparar el VI Congreso del Partido Comunista, que se realizará en abril, se habla abiertamente de recortes sociales, despidos y, en definitiva, del fin de las políticas de subsidios generalizados y del fin del igualitarismo. Aunque el discurso oficial mantiene la vigencia de la planificación y del socialismo sobre el mercado, se apuesta por la descentralización, la autogestión empresarial y el reparto de tierras ociosas a los campesinos privados, y se contemplan los créditos bancarios para los titulares de cuentas. El plan es que, en tres años, 1.800.000 cubanos pasen al sector "no estatal"; esto es, que para entonces la mitad de la población trabaje en el sector privado. No es un secreto para nadie que, para todo lo que hay que hacer y los negocios por montar, los dólares de los emigrados vienen muy bien.
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