lunes, 14 de noviembre de 2011

ITALIA

Blanco&negro

Berlusconi ha grabado cuatro discos de baladas. En el último, que iba a ser lanzado en unas semanas, interpretaba, junto al guitarrista Mariano Apicella, canciones de amor napolitanas.
ITALIADespués de dos décadas de escándalos, corrupción y decadencia, el primer ministro Silvio Berlusconi se desplomó estrepitosamente. Pero en su caída, se lleva a su país y posiblemente a Europa.


‘Arrivederci’, Silvio

El 22 de noviembre, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, tenía una cita de suma importancia. No era ni una reunión con líderes europeos, ni una jornada en el Parlamento, ni un encuentro con sus ministros. Ese día era el lanzamiento de Il vero amore (El verdadero amor), su último disco con “un toque de samba y de ritmos latinoamericanos”. Perdido en sus delirios de ser un gran cantante, Berlusconi no quiso ver que la economía italiana ardía y que su final, después de veinte años de decadencia y corrupción, era inevitable. Trató de ser il Cavaliere (el Caballero), el gran reformador. Pero pasará a la historia como un empresario que arruinó a su país mientras se enriquecía y que, al final, acorralado por una crisis económica que alimentó, no tuvo otra opción que renunciar el martes pasado.
Su caída, como la de todos los perdedores, fue solitaria. Primero la Iglesia católica, uno de sus baluartes, le retiró su apoyo en septiembre. Ese mismo mes, Cofindustria, la organización patronal italiana, le dio un ultimátum. En su mayoría parlamentaria las deserciones se multiplicaron. En Italia ya solo lo apoyaba el 20 por ciento de los ciudadanos. Y en el G-20, el grupo de las economías más poderosas del mundo, todos los líderes le huyeron, como si tuviera peste.

Llegó el 8 de noviembre, día fatídico del voto en el Parlamento de la rendición de cuentas de 2010. Berlusconi solo logró 308 votos frente a un bloque de 321 opositores y tránsfugas. Ya no tenía la mayoría para gobernar a Italia. Aún lleno de rabia, se entrevistó con el presidente Giorgio Napolitano e hizo lo único que aún estaba en su poder: renunciar. 

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