lunes, 28 de enero de 2013

Blanco&negro

"Yo aspiro a una Europa unida y sin naciones"

Por María Jimena Duzán


EN PLATA BLANCAEl escritor español Javier Cercas, autor de los éxitos ‘Soldados de Salamina’ y ‘Anatomía de un instante’, habla de su obra, del franquismo, de la crisis de Europa y de su última novela.

"Yo aspiro a una Europa unida y sin naciones".
Andrés Rozo
MARÍA JIMENA DUZÁN: ‘Soldados de Salamina’ y ‘Anatomía de un instante’ son dos libros que tienen el valor de recordarle a uno que el verdadero poder de la literatura es el de contar las verdades que ni los historiadores ni los periodistas se atreven a develar.

JAVIER CERCAS: Es que esos libros no solo hablan de episodios históricos que atañen a mi país. España es, en el fondo, la excusa para hablar de cosas universales. Es decir, de la verdad, de la mentira, de la pasión, de la traición. ¿Por qué en Laponia interesa la historia de un hombre viejo que vivió en La Mancha… pues porque Cervantes convirtió lo particular en universal. ¿Por qué nos interesa una jornada de un tipo en Dublín que es un poblacho de principios de siglo?... pues porque Joyce lo convirtió en universal. La literatura siempre hace eso. Y cuando eso no se consigue pues no es literatura.

M.J.D.: Con ‘Leyes de la Frontera’, su nuevo libro, ya son tres novelas sobre esa época del franquismo y la transición a la democracia. ¿Sigue su obsesión por ese periodo histórico?

J.C.:
 A partir de 'Soldados de Salamina', que no es mi primer libro, pero sí es el que me dio a conocer como escritor y que escribí cuando tenía 39 años, hay un cambio en mi escritura. Antes era un escritor posmoderno -y todavía me considero así-, aunque la palabra esté muy degradada; un escritor que hablaba solo del presente, en el que la política tenía muy poca intervención y más bien había una visión de la literatura humorística, lúdica y fantástica. Luego de 'Soldados de Salamina' descubrí que el pasado no es algo que haya pasado. Que es algo que está aquí y que de algún modo es el presente que nunca termina de pasar, como decía Faulkner. De ahí surge una dialéctica entre el pasado y presente. Y aunque 'Soldados de Salamina' y 'Anatomia de un instante' no las considero novelas históricas, sí creo que son novelas que tienen en cuenta la historia. Por otro lado también me doy cuenta de que lo colectivo es una dimensión de lo individual y de que yo no me puedo entender sin los otros. Y de ahí surge la dimensión política de mis últimos libros. De ahí mi interés por la guerra civil española, por la transición a la democracia. En este último libro que presenté en el Hay, 'Las leyes de la frontera', hablo de la transición, pero desde una perspectiva distinta. Si en 'Anatomía de un instante' hablé de la transición desde los altos estrados del poder, este libro la cuenta desde abajo. Es una visión más personal, más social y si quieres más sentimental, porque al fin y al cabo esta novela en el fondo es una larga historia de amor.

M.J.D.: Sus padres vivieron la guerra civil española. ¿Cómo recuerdan ellos esas épocas?

J.C.:
 Mis padres pertenecían al lado vencedor. Eran falangistas y formaban parte de los sectores rurales de Extremadura. El héroe de mi familia era un chico joven que fue a la guerra, que era falangista y que murió en la batalla del Ebro, una gran batalla de la guerra civil española. Mis padres fueron los hijos de esa guerra y los que hicieron la transición  y yo tenía 13 años cuando Franco murió. Soy un beneficiario de la democracia. Un privilegio inaudito. Sin embargo, todavía me acuerdo muy bien como olía la dictadura... ¿Sabes a qué olía?

M.J.D.: ¿A qué olía?

J.C.:
 A mierda. Y por eso es que cuando alguien me dice que no hay diferencia entre una dictadura y una democracia me entran ganas de pintarle un bigote en la foto y de pegarle una patada en el culo y mandarle a Pyongyiang, por ejemplo.

M.J.D.: Es cierto que la democracia es mejor que la dictadura, pero cuando las democracias entran en crisis, como le pasa a España, las cosas empiezan a oler mal.

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