lunes, 17 de septiembre de 2012

Blanco&negro


Negociadores de las FARC, los dialécticos

Las Farc confirmaron los nombres de nueve de los diez negociadores que se sentarán con el gobierno en Oslo a partir del 8 de octubre. La identidad del que falta se hará pública una vez salga de Colombia.
Las Farc confirmaron los nombres de nueve de los diez negociadores que se sentarán con el gobierno en Oslo a partir del 8 de octubre. La identidad del que falta se hará pública una vez salga de Colombia.
PAZLos negociadores de las Farc en los diálogos con el gobierno comparten una característica: son los mejores retóricos que tiene esta guerrilla. ¿Es esto bueno o malo para la negociación?
Sábado 15 Septiembre 2012
"Un equipo dialogante”. Así llamó Rodrigo Granda a la delegación de diez personas que llevará la vocería de las Farc en las conversaciones con el gobierno de Juan Manuel Santos que comienzan en Oslo el próximo 8 de octubre. Quizá no hay mejor apelativo: con apenas un representante que haya tenido mando directo reciente sobre las tropas en el campo de batalla, el colectivo de negociadores de las Farc exhibe más experiencia en hablar que en combatir.

En conversación con La FM la semana pasada, Granda confirmó nueve de los diez miembros de la delegación. Los cinco principales son Iván Márquez, segundo hombre de esta guerrilla y cabeza visible de los más escépticos sobre la negociación; Marco León Calarcá, negociador en otros procesos y miembro de la Comisión Internacional; Andrés París, que participó en los diálogos del Caguán hace más de una década; el propio Granda, que también ha estado en labores internacionales, y Simón Trinidad, condenado en Estados Unidos a 60 años de prisión.

De los otros se confirmaron cuatro nombres. Hermes Aguilar, que participó en las conversaciones preliminares con el gobierno en La Habana; Jesús Santrich, poeta e ideólogo, próximo a Márquez; Rubén Zamora, uno de los políticos del Bloque Magdalena Medio, asignado al Frente 33, en el Catatumbo, probablemente de confianza de Timochenko, y Bernardo Salcedo, también de la Comisión Internacional. Las Farc se reservaron el nombre del quinto, hasta su salida de una zona de guerra en Colombia sin especificar.

Casi todos son ideólogos y políticos, no militares, y varios llevan años fuera de Colombia. Con excepción de Zamora, quien viene de una zona de operaciones como el Catatumbo, por lo que se sabe los demás no participan en labores de combate hace tiempo. Incluso Márquez, que tiene una larga experiencia militar en el Bloque Caribe, llevaría un buen tiempo en cuestiones políticas en Venezuela más que al frente de combatientes en el terreno. Son, también, un grupo en el que dominan los negociadores experimentados. Los cinco principales han participado en diálogos anteriores, incluidos los de Tlaxcala, con el gobierno de César Gaviria, en 1992, como es el caso de Márquez.

La delegación tiene peso político. París y Granda son miembros del Estado Mayor Central y Márquez es el segundo hombre del Secretariado, máxima dirección de las Farc. Márquez ha sido visto como reacio, o al menos escéptico, frente a la negociación y tendrá la voz cantante en la mesa. Sin embargo, su inclusión, guardadas las proporciones, podría recordar la que el gobierno hizo del general Jorge Enrique Mora. En la mesa, el guerrillero y el militar representarían el ‘ala dura’ de cada parte. Timochenko, comandante de las Farc, habría optado por tener a Márquez a bordo, en lugar de dejarlo fuera de la mesa.

Las conversaciones previas en La Habana contaron con Mauricio Jaramillo, el Médico, comandante del Bloque Oriental. Ahora, la ausencia de miembros del Secretariado que están al frente de la tropa, como Joaquín Gómez, Pablo Catatumbo o Pastor Alape, y la exclusión del propio Jaramillo, hace preguntarse por las razones de las Farc para tener solo ‘políticos’ en la mesa. Estas pueden ver la necesidad de dejar comandantes con peso y experiencia para lidiar con el frente militar en casa y, a la vez, dar respuesta, ante los mandos medios y la ‘guerrillerada’, a las inquietudes y debates que suscitará el ‘frente político’ recién abierto en el exterior. Pero subsiste la inquietud de hasta dónde esta abundancia de curtidos polemistas y negociadores, que vienen de la izquierda de los setenta y ochenta, arriesga que sea la dialéctica, y no el pragmatismo característico de los hombres de guerra, lo que domine las negociaciones. Amanecerá y se verá.

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