miércoles, 28 de marzo de 2012

Blanco&negro



   Por: Alexander Muñoz
                                                     Segorbe, 22 de 2.012
TERCER TIEMPO, Y PENALIZACION
Lo que creo del sexo y de Mou, sin prejuicio a equivocarme, serán dos cosas paralelas donde  yuxtapongo la razón y el corazón. Me equivocare nuevamente en mis tontas y cortas palabras pero intentare equivocarme. El sexo  puede resultar para mí un juego majestuoso instintivo de la natura, llevado como el león, o una mórbida hiena que coquetea y juguetea en ese primer asalto. Luego puede resultar que en este primer tiempo, se gane o se pierda, pero lo más normal es que se gane. Un descanso apetitoso, conversado, tierno o con huracán hace del segundo tiempo el inicio de un nuevo encuentro. El segundo tiempo tiene que ver más con esas desesperanzas de haber conquistado el Everest, esa  cima de la montaña donde el anclaje de una bandera te puede llevar a una nueva conquista o a repetir la escalada. Se podría presentar alguna queja, ya sea por descuido o por falta de previsiones y en estos casos  la recomendación o  la sanción hacen parte de la reparación.
Es cuestionable como se planifica  un encuentro futbolero donde las expectativas se van al garete dejando un buen trabajo en entredicho. En el primer tiempo Mou pensó que podría salirse con la suya, se vio obligado a remediar pero se alcanzó a observar que improvisaba, de ahí que todo saliera mal.  En el descanso se pudo componer algo pero ya se venían los sin sabores.  Comienza el segundo tiempo y pudimos otear el desespero con el que su equipo fue cayendo junto con su propuesta, los nervios se apoderaron y todo fue a caer al trasto de la basura. J, Mourinho pudo reafirma lo que muchos pensamos de la improvisación y de la soberbia. Eso es él y nada ni nadie lo detendrá. Lo que creo es que después en el tercer tiempo, que es el nuestro, de relajarnos tomándonos una cerveza contando al amigo su intimidad de esa noche loca de copas y soltar una buena risotada o soltar una bocanada de humo, es como cuando el león acaba y pone sus ojos felices al cielo. Bien, justamente es eso, acabas un partido, te metes en un bar y entras y encuentras esas caras lánguidas de derrota, y uno con esa boca así medio ladina disfrutando la derrota del adverso, cascando y haciendo juerga de lo que fue el partido, es algo que es normal y maravilloso  así como cuando te pones un buen polvo; quedas extasiado, alegre. Creo que en   los tres primeros estadios, el deleite esta en el tercer tiempo, en el que te pones con una sonrisa y una cara morbosa y un sarcasmo que te las pisas. Es aquí en esta última etapa que no entiendo porque no se toman medidas  de penalización a quien cree  que uno acaba el partido y pone posadera con posadera, y no hay comentario alguno.  Yo por ejemplo soy de los que voltea con el  mando de TV buscando todos los comentarios y todos los canales habidos y por haber en busca de la mejor posición. Y es que no se puede llegar a la conclusión que son solo 90 minutos o algo más.  No, son algo más que pueda satisfacer el ego y que podamos salir como digo yo, ganadores completos. La penalización debe llevar a que se fijen unas conductas excelsas, diáfanas, transparentes y más que lo anterior, con decoro y responsabilidad. Mire usted, quienes se perjudican? Te encontraras una malgama de personas jurídicas y naturales que en silencio se privan  de unas normas que no existen en el juego limpio.  El pasado partido entre el  Villareal y Mou, fue algo fuera de lo normal, algo fuera de lo común que sin lugar a dudas el que sufre siempre es el consumidor, el tonto del bote,

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