Blanco&negro
TECNOLOGÍAAún no vivimos en el mundo que imaginó la ficción de los 60, pero estamos cerca de convivir en nuestros espacios íntimos con robots... Antes de hacerlo, hay que establecer los límites.
¿Dejaría a sus hijos con un robot?
BBC |
Lunes 5 Marzo 2012
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Aunque estamos lejos de vivir como en la serie animada Los supersónicos, estamos cerca de guerras inhumanas, en el sentido de que los hombres no serán quienes enfrenten físicamente al enemigo, sino sus máquinas.
Autos blindados que se manejan solos, sorteando toda clase de obstáculos y detectando peligros en cualquier terreno ya son una realidad, y de eso a armarlos y programarlos para usar esas armas, no hay mucho.
Los aviones no tripulados que ya usa Estados Unidos en lugares como Pakistán y hasta México pueden ser fácilmente precursores de ese futuro que ya casi es presente.
Lejos de los campos de batalla, a pesar de que falta mucho para tener un mayordomo androide, ya hay enfermeros robots, y se habla de casas y oficinas inteligentes.
Y mucho de esto es atractivo.
El problema es precisamente que los robots distan de ser listos.
"Hablamos de 'casas inteligentes' ¡No hemos logrado siquiera enseñarles sentido común!", dice el experto en ética robótica de la Universidad de Sussex, Blay Whitby.
¿Dónde está el futuro?
Cuando se le pregunta a los científicos, que han pasado años haciendo realidad lo que la cultura popular pronosticó en los años '60, por qué el futuro no ha llegado, responden que sencillamente no habíamos calculado bien cuán difícil era ser inteligente.
Autos blindados que se manejan solos, sorteando toda clase de obstáculos y detectando peligros en cualquier terreno ya son una realidad, y de eso a armarlos y programarlos para usar esas armas, no hay mucho.
Los aviones no tripulados que ya usa Estados Unidos en lugares como Pakistán y hasta México pueden ser fácilmente precursores de ese futuro que ya casi es presente.
Lejos de los campos de batalla, a pesar de que falta mucho para tener un mayordomo androide, ya hay enfermeros robots, y se habla de casas y oficinas inteligentes.
Y mucho de esto es atractivo.
El problema es precisamente que los robots distan de ser listos.
"Hablamos de 'casas inteligentes' ¡No hemos logrado siquiera enseñarles sentido común!", dice el experto en ética robótica de la Universidad de Sussex, Blay Whitby.
¿Dónde está el futuro?
Cuando se le pregunta a los científicos, que han pasado años haciendo realidad lo que la cultura popular pronosticó en los años '60, por qué el futuro no ha llegado, responden que sencillamente no habíamos calculado bien cuán difícil era ser inteligente.
La cantidad de procesos, reflexiones, intuiciones, sensaciones que implica tomar la más simple de las decisiones -patear un balón- es tal que sólo la naturaleza ha sido capaz de programarlo.
Los robots, dice Whitby, "son admirables en cierto sentido, pero muchos problemas simples no han sido resueltos. Algo que descubrimos al trabajar en inteligencia artificial (IA) durante 54 años -si uno toma la fecha de la Conferencia de Domat- es que la inteligencia es mucho más complicada y multidimensional de lo que pensamos al principio".
Por ejemplo, si uno pensaba que ser inteligente es poder jugar al ajedrez, entonces las computadoras lo son. Pero si uno quiere que un robot se pasee por la sala de la casa o encuentre las medias, ese es un problema que aún no se ha podido resolver.
Y resulta que encontrar las medias no es un problema trivial.
"Un ejemplo de algo en lo que ha estado trabajando la gente desde el principio es visión para las computadoras. Una aplicación de ello son las cámaras CCTV, que están en todas partes. Pero tenemos que pagarle a humanos para que miren las pantallas para saber si algo malo está pasando", señala el científico.
"Uno pensaría, dado que se trata de un patrón de señales electrónicas recogidas por la cámara, que ya habríamos sido capaces de diseñar un programa de computador que reconociera cuando algo diferente estuviera pasando -no tiene que ser muy sofisticado, sólo reconocer que lo que está pasando es inusual y disparar una alarma- pero nadie lo ha podido hacer. Están trabajando en ello y quizás suceda pronto pero ese problema tan simple no ha sido solucionado por cinco décadas", añade.
El problema es que los humanos tienen que entender cómo lo hacen ellos, antes de poderlos programar.
"No sabemos cómo lo hacemos, y hay muchas cosas que asumíamos que sabíamos cómo lo hacíamos, porque lo hemos estado haciendo durante miles de años, pero resulta que no sabemos cómo sucede".
Los robots, dice Whitby, "son admirables en cierto sentido, pero muchos problemas simples no han sido resueltos. Algo que descubrimos al trabajar en inteligencia artificial (IA) durante 54 años -si uno toma la fecha de la Conferencia de Domat- es que la inteligencia es mucho más complicada y multidimensional de lo que pensamos al principio".
Por ejemplo, si uno pensaba que ser inteligente es poder jugar al ajedrez, entonces las computadoras lo son. Pero si uno quiere que un robot se pasee por la sala de la casa o encuentre las medias, ese es un problema que aún no se ha podido resolver.
Y resulta que encontrar las medias no es un problema trivial.
"Un ejemplo de algo en lo que ha estado trabajando la gente desde el principio es visión para las computadoras. Una aplicación de ello son las cámaras CCTV, que están en todas partes. Pero tenemos que pagarle a humanos para que miren las pantallas para saber si algo malo está pasando", señala el científico.
"Uno pensaría, dado que se trata de un patrón de señales electrónicas recogidas por la cámara, que ya habríamos sido capaces de diseñar un programa de computador que reconociera cuando algo diferente estuviera pasando -no tiene que ser muy sofisticado, sólo reconocer que lo que está pasando es inusual y disparar una alarma- pero nadie lo ha podido hacer. Están trabajando en ello y quizás suceda pronto pero ese problema tan simple no ha sido solucionado por cinco décadas", añade.
El problema es que los humanos tienen que entender cómo lo hacen ellos, antes de poderlos programar.
"No sabemos cómo lo hacemos, y hay muchas cosas que asumíamos que sabíamos cómo lo hacíamos, porque lo hemos estado haciendo durante miles de años, pero resulta que no sabemos cómo sucede".
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