Blanco&negro
Comienza la carrera por la Alcaldía de Bogotá Foto: Ilustración: Jorge Restrepo - semama
NACIÓN | 2014/09/13 22:00
Comienza la carrera por la Alcaldía de Bogotá
A más de un año de las elecciones, la carrera para la Alcaldía de Bogotá arranca con tres pesos pesados: Clara López, Francisco Santos y Rafael Pardo. ¿Por qué comienza tan pronto la campaña en la capital?
Petro es un alcalde incapaz y lo sigue demostrando. La corrupción no es solo por las esquinas”. En medio del salón comunal del barrio Marsella el domingo pasado y ante más de 400 asistentes, Francisco Santos lanzó esas críticas a la administración distrital. Con gritos, aplausos y carteles que decían “Con Pacho a la Alcaldía, Bogotá será la prometida” y “Para combatir la corrupción, necesitamos un buen alcalde”, el exvicepresidente ratificó que tiene en la mira al Palacio de Liévano.
A 14 meses de la cita en las urnas de octubre de 2015, parece riesgoso para el uribismo empezar tan prematuramente la campaña en la capital de la República. En las últimas elecciones los candidatos inscritos a pocos meses de los comicios, como Gustavo Petro y Luis Eduardo Garzón, derrotaron a competidores que llevaban más meses en la contienda. No obstante, Pacho Santos no es el único ‘pato’ que se ha lanzado al agua: Clara López, excandidata presidencial por el Polo, y el exministro liberal Rafael Pardo también han manifestado sus deseos de gobernar Bogotá.
¿Por qué esos tres pesos pesados se embarcan en una larga carrera hacia la Alcaldía desde ya con los riesgos políticos y el costo financiero que acarrean? La primera y más importante razón de esta movida política simultánea de Santos, Pardo y López tiene que ver con el estado actual de la capital. Bogotá atraviesa por una profunda crisis política sin antecedentes en los últimos 20 años. De hecho, el reporte más reciente de la encuesta Gallup identifica la complicada situación capitalina como uno de los diez aspectos por destacar en las dos décadas que llevan haciéndole seguimiento a la opinión pública colombiana.
Para Gallup, “Bogotá ha vivido su más prolongado pesimismo durante la actual administración”. Las cifras no mienten: desde septiembre de 2010 el porcen-
taje de habitan-tes de Bogotá que creen que las cosas están empeorando ha superado al bloque de los optimistas. En la medición correspondiente a agosto pasado, dos de cada tres capitalinos son pesimistas frente al rumbo de la ciudad. Un entorno tan sombrío es propicio para el surgimiento prematuro de alternativas que busquen capitalizar políticamente el descontento.
La molestia de los bogotanos con su ciudad se traslada con igual intensidad a su alcalde. La misma encuesta Gallup registra que el 58 por ciento de los capitalinos rechaza la gestión de Gustavo Petro. Prácticamente durante todos los dos años y medio de su administración, el mandatario local ha sido incapaz de ganar el favor de sus gobernados. En las últimas semanas, la combinación de un fallo de la Corte Constitucional a favor de los toros, el hundimiento de los proyectos de la Alcaldía en el Concejo, la polémica alrededor de la máquina ‘tapahuecos’, la ratificación de la sanción de la Superintendencia de Industria por el modelo de basuras y el rechazo al carril exclusivo de la Séptima, proyectan la sensación de un Distrito a la deriva y sin timonel. No genera mayor sorpresa que, ante la imagen negativa de la gestión de Petro y su estilo confrontacional de gobierno, la carrera por sucederlo se haya iniciado tan pronto.
Al ambiente pesimista y las dificultades del alcalde se suman los resultados de las elecciones legislativas y presidenciales del primer semestre del año. Si bien la izquierda ha gobernado a Bogotá por más de diez años, los comicios del pasado 9 de marzo ratificaron al Centro Democrático como la indiscutible primera fuerza política de la ciudad tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Con las banderas uribistas Óscar Iván Zuluaga ganó en la primera vuelta en la capital y el presidente Santos necesitó la adhesión de Clara López y los petristas para recuperarla en segunda vuelta. Con figuras como Francisco Santos y María Fernanda Cabal el uribismo plantó una bandera en Bogotá y la convirtió en una plaza competitiva para el año entrante.
Que Francisco Santos, Clara López y Rafael Pardo destapen sus cartas a la Alcaldía es el resultado directo de la reciente temporada electoral. La irrupción exitosa del uribismo en una ciudad que gobierna la izquierda abrió un frente en el lado centro derecho del espectro ideológico con espacio para competir. Para aquellos que daban por muerto al Polo Democrático tras la corrupta administración de Samuel Moreno, Clara López dio la sorpresa al obtener el segundo lugar en la primera vuelta. Con ese resultado y la desintegración del progresismo de Petro, la exalcaldesa se posiciona hoy como la mejor apuesta de la izquierda para evitar el final de su reinado político en Bogotá.
Por los lados del santismo, la corta estadía de Pardo como alcalde encargado de Bogotá se suma a su larga trayectoria como funcionario público. El exministro liberal fortalece así sus ya abultadas credenciales para convertirse en la carta de la Unidad Nacional para recuperar a la esquiva capital. Pacho, Pardo y Clara encarnan esos tres grandes bloques ideológicos de derecha, centro e izquierda en los que se realineó la política nacional tras las elecciones de 2014.
Estas tres aspiraciones son al mismo tiempo robustas y negadas por sus protagonistas. “No sé si soy o no el candidato del Centro Democrático”, dijo Pacho mientras Clara reconoce que le “entusiasma mucho la posibilidad de la Alcaldía”. Pardo admite que está “interesado en lanzarme a la Alcaldía”. Aunque ninguno oficializa su campaña, los tres hablan de cambiar Bogotá y las pullas ya comenzaron. En su discurso en Marsella Francisco Santos culpó a la “izquierda corrupta” de robarse la ciudad a lo que Clara López respondió recordándole que como vicepresidente le había ofrecido ser zarina anticorrupción. Pardo, por su parte, reconoce que “otros ya están arrancando su campaña. Yo por ahora estoy estudiando, hablando con gente que sabe de Bogotá.”
Los discursos iniciales de Pacho Santos y Clara López apuntan a una reedición de las elecciones polarizadas de este año. El exvicepresidente uribista responsabiliza a la izquierda de la debacle urbana: “Son 12 años de pésima administración”. Para la exalcaldesa del Polo, “nuestra tarea es recuperar el gobierno de Bogotá para la izquierda”. Tanto polistas como petristas ven en la aspiración de Pacho la llegada de la “extrema derecha uribista” al Distrito. La postura moderada de Rafael Pardo corre el riesgo de quedar triturada en ese pulso: “El reto fundamental de Bogotá es la gestión. Hay que hacer las cosas”, responde el dirigente liberal.
Estos tres nombres no son los únicos detrás del premio mayor de las elecciones regionales del año entrante. Otro exvicepresidente, Angelino Garzón, viene coqueteando con la idea de lanzarse a las alcaldías de “Bogotá o Cali”. Ante la congestión del abanico de aspirantes en la capital del país, quizá Garzón opte por la Sultana del Valle. Queda también la posibilidad de que otros miembros del Centro Democrático se le atraviesen a Pacho Santos en la convención uribista. A Pardo y López les queda ese mismo reto: impedir el surgimiento de otros nombres dentro de la coalición santista y el Polo respectivamente.
El caso del progresismo es paradójico. A pesar de la difícil situación de su alcaldía, Gustavo Petro no solo ha ignorado la definición de su sucesor sino que ha sido protagonista de la fractura del movimiento que creó. Hoy no hay claridad sobre quién defenderá el programa petrista en la campaña de 2015 en la que se perfila una dura oposición al gobierno actual. Si bien suenan nombres serios como el del concejal Carlos Vicente de Roux, sin una apuesta sólida para las elecciones próximas el petrismo estaría en camino a convertirse en “flor de un día” en el escenario político capitalino.
Por ahora, Francisco Santos, Rafael Pardo y Clara López cuentan con los requisitos que los bogotanos les han exigido tradicionalmente a sus futuros alcaldes: altos niveles de reconocimiento nacional, identidad política propia y experiencia. Lo primero que logrará el lanzamiento prematuro de estos tres pesos pesados es impedir que aspiraciones más livianas o aventureras se abran paso. A partir de agosto del año entrante la carrera empezará en serio y la campaña será a otro precio.
A 14 meses de la cita en las urnas de octubre de 2015, parece riesgoso para el uribismo empezar tan prematuramente la campaña en la capital de la República. En las últimas elecciones los candidatos inscritos a pocos meses de los comicios, como Gustavo Petro y Luis Eduardo Garzón, derrotaron a competidores que llevaban más meses en la contienda. No obstante, Pacho Santos no es el único ‘pato’ que se ha lanzado al agua: Clara López, excandidata presidencial por el Polo, y el exministro liberal Rafael Pardo también han manifestado sus deseos de gobernar Bogotá.
¿Por qué esos tres pesos pesados se embarcan en una larga carrera hacia la Alcaldía desde ya con los riesgos políticos y el costo financiero que acarrean? La primera y más importante razón de esta movida política simultánea de Santos, Pardo y López tiene que ver con el estado actual de la capital. Bogotá atraviesa por una profunda crisis política sin antecedentes en los últimos 20 años. De hecho, el reporte más reciente de la encuesta Gallup identifica la complicada situación capitalina como uno de los diez aspectos por destacar en las dos décadas que llevan haciéndole seguimiento a la opinión pública colombiana.
Para Gallup, “Bogotá ha vivido su más prolongado pesimismo durante la actual administración”. Las cifras no mienten: desde septiembre de 2010 el porcen-
taje de habitan-tes de Bogotá que creen que las cosas están empeorando ha superado al bloque de los optimistas. En la medición correspondiente a agosto pasado, dos de cada tres capitalinos son pesimistas frente al rumbo de la ciudad. Un entorno tan sombrío es propicio para el surgimiento prematuro de alternativas que busquen capitalizar políticamente el descontento.
La molestia de los bogotanos con su ciudad se traslada con igual intensidad a su alcalde. La misma encuesta Gallup registra que el 58 por ciento de los capitalinos rechaza la gestión de Gustavo Petro. Prácticamente durante todos los dos años y medio de su administración, el mandatario local ha sido incapaz de ganar el favor de sus gobernados. En las últimas semanas, la combinación de un fallo de la Corte Constitucional a favor de los toros, el hundimiento de los proyectos de la Alcaldía en el Concejo, la polémica alrededor de la máquina ‘tapahuecos’, la ratificación de la sanción de la Superintendencia de Industria por el modelo de basuras y el rechazo al carril exclusivo de la Séptima, proyectan la sensación de un Distrito a la deriva y sin timonel. No genera mayor sorpresa que, ante la imagen negativa de la gestión de Petro y su estilo confrontacional de gobierno, la carrera por sucederlo se haya iniciado tan pronto.
Al ambiente pesimista y las dificultades del alcalde se suman los resultados de las elecciones legislativas y presidenciales del primer semestre del año. Si bien la izquierda ha gobernado a Bogotá por más de diez años, los comicios del pasado 9 de marzo ratificaron al Centro Democrático como la indiscutible primera fuerza política de la ciudad tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Con las banderas uribistas Óscar Iván Zuluaga ganó en la primera vuelta en la capital y el presidente Santos necesitó la adhesión de Clara López y los petristas para recuperarla en segunda vuelta. Con figuras como Francisco Santos y María Fernanda Cabal el uribismo plantó una bandera en Bogotá y la convirtió en una plaza competitiva para el año entrante.
Que Francisco Santos, Clara López y Rafael Pardo destapen sus cartas a la Alcaldía es el resultado directo de la reciente temporada electoral. La irrupción exitosa del uribismo en una ciudad que gobierna la izquierda abrió un frente en el lado centro derecho del espectro ideológico con espacio para competir. Para aquellos que daban por muerto al Polo Democrático tras la corrupta administración de Samuel Moreno, Clara López dio la sorpresa al obtener el segundo lugar en la primera vuelta. Con ese resultado y la desintegración del progresismo de Petro, la exalcaldesa se posiciona hoy como la mejor apuesta de la izquierda para evitar el final de su reinado político en Bogotá.
Por los lados del santismo, la corta estadía de Pardo como alcalde encargado de Bogotá se suma a su larga trayectoria como funcionario público. El exministro liberal fortalece así sus ya abultadas credenciales para convertirse en la carta de la Unidad Nacional para recuperar a la esquiva capital. Pacho, Pardo y Clara encarnan esos tres grandes bloques ideológicos de derecha, centro e izquierda en los que se realineó la política nacional tras las elecciones de 2014.
Estas tres aspiraciones son al mismo tiempo robustas y negadas por sus protagonistas. “No sé si soy o no el candidato del Centro Democrático”, dijo Pacho mientras Clara reconoce que le “entusiasma mucho la posibilidad de la Alcaldía”. Pardo admite que está “interesado en lanzarme a la Alcaldía”. Aunque ninguno oficializa su campaña, los tres hablan de cambiar Bogotá y las pullas ya comenzaron. En su discurso en Marsella Francisco Santos culpó a la “izquierda corrupta” de robarse la ciudad a lo que Clara López respondió recordándole que como vicepresidente le había ofrecido ser zarina anticorrupción. Pardo, por su parte, reconoce que “otros ya están arrancando su campaña. Yo por ahora estoy estudiando, hablando con gente que sabe de Bogotá.”
Los discursos iniciales de Pacho Santos y Clara López apuntan a una reedición de las elecciones polarizadas de este año. El exvicepresidente uribista responsabiliza a la izquierda de la debacle urbana: “Son 12 años de pésima administración”. Para la exalcaldesa del Polo, “nuestra tarea es recuperar el gobierno de Bogotá para la izquierda”. Tanto polistas como petristas ven en la aspiración de Pacho la llegada de la “extrema derecha uribista” al Distrito. La postura moderada de Rafael Pardo corre el riesgo de quedar triturada en ese pulso: “El reto fundamental de Bogotá es la gestión. Hay que hacer las cosas”, responde el dirigente liberal.
Estos tres nombres no son los únicos detrás del premio mayor de las elecciones regionales del año entrante. Otro exvicepresidente, Angelino Garzón, viene coqueteando con la idea de lanzarse a las alcaldías de “Bogotá o Cali”. Ante la congestión del abanico de aspirantes en la capital del país, quizá Garzón opte por la Sultana del Valle. Queda también la posibilidad de que otros miembros del Centro Democrático se le atraviesen a Pacho Santos en la convención uribista. A Pardo y López les queda ese mismo reto: impedir el surgimiento de otros nombres dentro de la coalición santista y el Polo respectivamente.
El caso del progresismo es paradójico. A pesar de la difícil situación de su alcaldía, Gustavo Petro no solo ha ignorado la definición de su sucesor sino que ha sido protagonista de la fractura del movimiento que creó. Hoy no hay claridad sobre quién defenderá el programa petrista en la campaña de 2015 en la que se perfila una dura oposición al gobierno actual. Si bien suenan nombres serios como el del concejal Carlos Vicente de Roux, sin una apuesta sólida para las elecciones próximas el petrismo estaría en camino a convertirse en “flor de un día” en el escenario político capitalino.
Por ahora, Francisco Santos, Rafael Pardo y Clara López cuentan con los requisitos que los bogotanos les han exigido tradicionalmente a sus futuros alcaldes: altos niveles de reconocimiento nacional, identidad política propia y experiencia. Lo primero que logrará el lanzamiento prematuro de estos tres pesos pesados es impedir que aspiraciones más livianas o aventureras se abran paso. A partir de agosto del año entrante la carrera empezará en serio y la campaña será a otro precio.
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