Blanco&negroLA SUPERVIVENCIA
TRAE CONSIGO MISMA, LA PERDIDA DE SENTIMIENTOS DE ODIO Y RENCOR; LA SOLIDARIDAD
SE TRANSFORMA EN SATISFACCIÓN PERMANENTE.
El
tiempo, diario capitalino trae en primera página del 2 de septiembre del
presente, entrevista a Salvatore Mancuso,
jefe de las extintas AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) hoy recluido en una
cárcel en la iunai estéis; haciendo
referencia al proceso de paz en la Habana, y en la que éste envía carta al
presidente Santos Calderón para que sea tenido en cuenta en los diálogos de paz
que se desarrollan entre las FARC-EP y el gobierno central.
Me
centrare en la misiva al señor presidente en la que Mancuso hace algunos apuntes en los que me
detendré:
Párrafo dos,
carta de Salvatore Mancuso:
Los
dolorosos episodios de guerra con el narcotráfico, los asesinatos de la
delincuencia común; los asesinatos de las BACRIM, los asesinatos oscuros por
parte del estado, más los de las AUC,
que por cierto no han acabado de
desmovilizarse; son demasiado fuertes como para decir que mañana se firma la
paz con los grupos alzados en armas y el
conflicto bélico ha terminado. La cultura del asesinato se ha permeado en el
corazón del pueblo, ver un caído en la calle por balas asesinas es algo normal,
antes hasta nos santiguábamos, y si veíamos una cruz de algún finado le
tirábamos una piedra para que su alma descansara en paz, ahora ni siquiera nos
paramos para mirar de quien se trata, utilizando palabrejas cuando han abaleado a alguien:
< algo debía, se la buscó, por andar con mujer ajena, quien sabe en qué se había
metido; o con palabras como las de Hevert Castro:” se le advirtió y no hizo
caso”. Es una cultura que nos ha dejado
los diferentes grupos armados al margen de la ley, el narcotráfico y el dinero
fácil buscado a través de negocios
calientes, la desigualdad social, y lógicamente como lo plantean tanto las
FARC-EP como las AUC, por revanchismo, o por pasar la cuenta. Pero nada de lo anterior que justifique el
apretar el gatillo para quitarle la vida a si sea el político más corrupto de
la región, ni mucho menos mandar asesinar al peor enemigo o mandar la moto por ajuste de cuentas. Esta cultura empezó a colarse desde la
década de finales de los 80, donde el
principal actor promotor ha sido el narcotráfico, los grupos beligerantes, la
injusticia social por parte del estado y la alevosidad del mismo para
patrocinar la mano negra. La pobreza absoluta, y la ausencia del estado para
prevenir el delito; añadiendo a esto último la falta de una cultura del respeto
y civismo donde los agentes del estado sean considerados y tratados con
consideración. De ahí que me atreva a coincidir en que la paz es justamente el
encuentro de todos estos actores armados
al margen de la ley, lo he dicho en anteriores documentos: deben continuar más
procesos; por ejemplo, tendrá que venir la discusión de acabar con el
narcotráfico, y la legalización a esta endeble enfermedad puede ser la salida,
esto no tiene espera. De la misma manera
tendrán que venir acuerdos con las BACRIM entre otros grupos que siembran el
terror. Yo pienso que la represión lo
que trae es más delincuencia, no estoy diciendo un estado permisivo, me parece
que la ausencia del estado admite y da larga para que exista el mundo bajo de
lo negro. El estado debe modernizar su
sistema acusatorio, de justicia, y tecnificar la investigación. El estado no
puede ser ajeno a no saber que hacen sus ciudadanos, es indispensable apoderarse
del padrón municipal, profesionalizar su
equipo humano, y tecnificar la investigación. Ya tenemos experiencia de los
diferentes grupos sublevados que han dejado sus armas para hacer paz, y que en
contados casos algunos tomaron la decisión de continuar por el camino violento,
como tomar la decisión personalizada de
engrosar los grupos delincuenciales(narcotráfico, BACRIM, etc), esto se puede
evitar si el gobierno de verdad quiere entrar al siglo XII iniciando un proceso
en serio de desmantelar las bandas delincuenciales y entrar en una sociedad
moderna con bases sólidas en lo educativo, civismo, y en cultura del respeto.
La
paz es posible si el estado se pone de
un lado de la trinchera y bombardea de una buena ves con bombas y misiles la
injusticia social, bombardea y dinamita los cordones de miseria, y tiende su mano con perdón y olvido como los testigos
de Jehová a todo arrepentido de usar su
mano sangrienta contra su prójimo. De la
experiencia de paz en los últimos 25 años con los grupos bélicos, nos queda,
que hacer la paz e involucrar a los rebeldes en la política, es la mejor manera
de desarticularles, posterior, al gobierno de turno le quedará más fácil acabar
con pequeños grupos de delincuentes comunes y emprender una dinámica preventiva
frente a la delincuencia común.
Párrafo nueve,
carta de Salvatore Mancuso: >
Si
bien es cierto las AUC no se les ha reconocido el estatus de beligerante y por
ende político, porque han nacido bajo el fuego cruzado en defensa, y odio como
lo tradujo Carlos Castaño cuando le asesinan su padre, o a Álvaro Uribe Vélez
quien juró vengar a su progenitor, este grupo terrorista de la misma manera
convenció a muchos pueblos para que se ajustaran a su causa, en sus inicios se
les agruparon ganaderos, empresarios y personalidades que vieron en ellos una
posible salida para el exterminio de la lucha armada sublevada. Las AUC subieron presidente, senadores,
representantes a la cámara, diputados, concejales y alcaldes; tuvieron ministros, embajadores; directores de entes
descentralizados, empresas del estado, y toda clase de empleados públicos con
los que compartieron ideología política, la misma que hoy lidera Álvaro Uribe Vélez,
entonces, digo, Ídem para todos, borrón y cuenta nueva y que regrese al país
los guerrilleros y líderes de la AUC y se sienten y le entreguen al país la
historia real y verdades del conflicto armado de los últimos 50 años. Que nos dejen un museo de la guerra donde ambos expongan las
calaveras, mochilas y fierros con los que jugaron con una ideología, y que hoy está
en entredicho, para ambos bandos.
Personalmente,
como traduzco el titular, la
supervivencia trae consigo misma, la perdida de sentimientos de odio y rencor.
Párrafo dieciséis,
carta de Salvatore Mancuso: <Señor
Presidente Santos, dirigencia de las FARC-EP y Pueblo Colombiano: Se necesita
del compromiso del Estado en su totalidad, de la mayor cantidad de actores del
conflicto, de los medios de comunicación y de toda la sociedad y la Comunidad
internacional para alcanzar la Paz, para que los compromisos y los acuerdos
pactados no sean malogrados por hechos y lógicas siniestras que nos excedan
desde las ‘manos oscuras’ de quienes están dispuestos a utilizar todos los
recursos legales o ilegales, estatales o paraestatales de izquierda o de
derecha habidos y por haber, en contra de la Paz y la Reconciliación, y del
País donde quepamos todos.>
El
gobierno no puede desaprovechar este instante único en toda la historia del
conflicto armado, la paz no sólo tiene enemigos en un solo bando, es en ambos
bandos donde se alienta el rompimiento por causas ajenas o convenientes, por favorecer una
parte, o por querer llamar la atención sobre los resultados funestos de otros
acercamientos o por la arrogancia, o el querer más. Todos los gobiernos sin excepción se han
sentado a querer dialogar, unos con la buena intensión, otros con el distractor
de la guerra, unos con más
convencimiento y compromiso y otros con menos credibilidad, todos han querido hablar
de paz. Por primera vez en la historia
se encuentran las Fuerzas Militares y policiales, enemigos conversando, por
primera vez, eso quiere decir que la paz se hace con el enemigo, y que va por
un buen camino. Los escépticos dirán que
están haciendo chorizos al diablo, pero los que creemos de que esta vez sí es
posible, le decimos al gobierno que no escatime recursos, que se tome todo el
tiempo que requiera; que lleven al Papa Francisco, a Maradona; que revivan a Chávez y lo lleven, pero que no
se paren hasta no alcanzar la firma del tratado de paz con las FARC-EP.
Párrafo final,
carta de Salvatore Mancuso: No
se trata de pretender cheques en blanco ni inmunidades ni privilegios a futuro,
sino de disfrutar, todos igualitariamente, la oportunidad de un nuevo renacer.
De poder participar política y democráticamente, en igualdad de derechos y
obligaciones, dentro del ordenamiento legal y constitucional, para que se verifique
aquello de que no habrá vencedores ni vencidos, todos igualmente dedicados y
comprometidos con la realización de los imperativos de la Ley y de la Paz. Y
así recorrer por siempre el bello camino de la Reconciliación. Con nuestros
mejores deseos de paz y reconciliación.
Frente
a este último tratado yo he planteado la
pena de muerte, sí, así de sencillo y despiadado; pero si yo fuera presidente
de Colombia, mañana firmaba la paz, y sacaba todos los presos, todos son todos,
no quedaba ni uno, pero a partir del día siguiente, al que a hierro mata, a hierro muere. Y los delitos menores a trabajar, creaba
campos agrícolas y si quiere comer que trabaje; y para los servidores públicos
delitos menores, y a trabajar en igualdad de condiciones, con el anuente que
cuando salga del reformatorio o del claustro laboral, no volverá jamás a ocupar
cargo público es su vida.
No quiero decir que se tome para los
acuerdos de paz con las FARC-EP, sólo quería significar que variantes hay
muchas y que el problema no es que hacer
con los guerrilleros si pagan o no cárcel, porque al final si se perdona hay
que perdonar todo. Se han visto varios
procesos de paz y se han llegado a
acuerdos donde no se ha encarcelado a nadie, así que la cárcel no es problema
si se perdona; o no hay problema si se
les da un taxi o un helicóptero a cada combatiente. El problema radica en los medios de
comunicación, en los detractores, y en los ojos de los patrocinadores de la
guerra. Del resto, se pueden presentar a la vida civil como una empresa de
vigilancia o una empresa como la CIA. Y
de extradición, que extraditen todos los de las AUC y todos los de las FARC-EP a la Habana para que
salgan de allá ambos con una buena propuesta política.
Alexander Muñoz
Valencia
España 2 de septiembre de 2014
Verdeviche1968@hotmail.com
|
Al
presidente Santos, a las FARC-EP y al pueblo de Colombia
En la hora de consolidar los diálogos de paz
"Lo único que el tiempo no perdona es lo que a tiempo no se hace"
Manifiesto mi júbilo ante el inicio del Proceso de Paz entre el Gobierno y las FARC-EP, y celebro el propósito del ELN de sumarse a las negociaciones. Así mismo, como uno de los líderes del Estado Mayor Negociador, reitero enfáticamente el deseo de las Autodefensas de participar activamente del proceso conjunto de construir la Paz.
Amargas y dolorosas lecciones de la historia y experiencias propias nos enseñan que un Proceso de Paz que no incluya a la gran mayoría de los actores del conflicto resultará insuficiente para evitar que las zonas desocupadas al momento de la desmovilización por unos, sean fatalmente retomadas por otros, exclusiones y vías de hecho que han sido una tendencia histórica, que han convalidado y reeditado la violencia y promovido la lucha armada como expresión política para defender intereses cuando democráticamente se está impedido, perpetuando la guerra, la continuidad de daños inenarrables en la vida de miles de personas y retrasando en amplias regiones el desarrollo socioeconómico y la democracia incluyente y plural.
Allí está reciente nuestro ejemplo, con la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia, y el ejemplo de los grupos guerrilleros que dejaron las armas, como el EPL, el M19, la Corriente de Renovación Socialista, el ERP, el Quintín Lame, etc., lecciones que ciertamente no fueron benéficas para fortalecer la institucionalidad y la democracia o alcanzar una paz estable y duradera, y que no debemos desdeñar.
¿Por qué impedir la participación de uno de los actores históricos reconocidos del conflicto, como las Autodefensas, que hemos sufrido con buena parte del País los desaciertos de un proceso de paz mal concebido? ¿Por qué no anticiparnos y remover los obstáculos que puedan restar credibilidad, representatividad y confianza al logro de la paz verdadera?
No será la inclusión política de los desmovilizados y sus bases sociales la que impida la solución negociada -ni tampoco la participación en el Proceso de Paz de la mayor cantidad de los actores del conflicto-, sino su invisibilización y exclusión política, la de sus comunidades, las que harán inviable la solución.
Cuál sería el interés que no se puedan expresar democráticamente con razones y argumentos, las ideas de quienes deponen las armas y durante años representaron los intereses de tantas comunidades, para que dentro de la institucionalidad, puedan ayudar a resolver los enormes problemas que aquejan especialmente a la Colombia marginal y periférica. Acaso desconocen que sin armas dentro de la contienda política democrática nada se puede imponer, y todo lo que dentro de ella se pretenda conseguir se obtendría convenciendo con la fuerza de las ideas, de la razón, de las promesas cumplidas, o es que allí no existen todos los controles, y mejor aún la participación de todas las variables políticas. ¿Quiénes son los pocos que se benefician de esta exclusión y sus funestas derivaciones? No es el pueblo colombiano.
Resulta inevitable que haya ciudadanos que deseen que guerrilleros y autodefensas, quienes tenemos iguales responsabilidades en cuantiosos hechos de guerra, nos pudramos en una cárcel o regresemos a la sociedad con nuestros derechos humanos y políticos cercenados. Pero no puede ser el castigo el único remedio que exija una sociedad que busca justicia pero también Reconciliación y Paz.
Las FARC-EP aspiran a transformarse en una fuerza política legalmente reconocida, también nosotros, así lo hemos manifestado innumerables veces, como el día de la instalación oficial de la mesa de negociaciones en Ralito, el 1 de julio de 2004, cuando dije: “para eliminar toda posibilidad que conduzca a un nuevo resurgimiento de la opción armada antisubversiva, nosotros como Autodefensas Campesinas avanzaremos, no hacia la desaparición como organización, sino hacia la transformación en un movimiento político de masas a través del cual la retaguardia social de las Autodefensas pueda constituirse en una alternativa democrática que defienda, custodie y proteja los intereses, derechos y demandas de nuestras comunidades ante los poderes del Estado”.
Las FARC aspirarán a ser en la legalidad líderes sociales en las diferentes zonas donde actuaron, y también en otras. ¿Cómo evitar que no vean las comunidades a sus integrantes como una amenaza si los otros desmovilizados no pueden competir políticamente con los mismos derechos y garantías que reciban los miembros de las FARC? ¿Por qué unos actores desmovilizados del conflicto sí harán proselitismo político y otros no? ¿Por qué propiciar esa diferencia de criterios, estratificar la violencia, las víctimas y los actores del conflicto armado según la posición política o ideológica? ¿Será socialmente viable un posconflicto parcializado que incluya a unos y rechace a otros? ¿Que los desmovilizados como autodefensas, e incluso los ya desmovilizados como guerrilleros en los años recientes, no recibamos un trato equivalente al que reciban los mandos y los soportes políticos y logísticos de las FARC y por el contrario quedemos confinados a la cárcel, extraditados, proscritos de la sociedad y seamos los únicos a los que se nos exija reparación y verdad?
En la hora de consolidar los diálogos de paz
"Lo único que el tiempo no perdona es lo que a tiempo no se hace"
Manifiesto mi júbilo ante el inicio del Proceso de Paz entre el Gobierno y las FARC-EP, y celebro el propósito del ELN de sumarse a las negociaciones. Así mismo, como uno de los líderes del Estado Mayor Negociador, reitero enfáticamente el deseo de las Autodefensas de participar activamente del proceso conjunto de construir la Paz.
Amargas y dolorosas lecciones de la historia y experiencias propias nos enseñan que un Proceso de Paz que no incluya a la gran mayoría de los actores del conflicto resultará insuficiente para evitar que las zonas desocupadas al momento de la desmovilización por unos, sean fatalmente retomadas por otros, exclusiones y vías de hecho que han sido una tendencia histórica, que han convalidado y reeditado la violencia y promovido la lucha armada como expresión política para defender intereses cuando democráticamente se está impedido, perpetuando la guerra, la continuidad de daños inenarrables en la vida de miles de personas y retrasando en amplias regiones el desarrollo socioeconómico y la democracia incluyente y plural.
Allí está reciente nuestro ejemplo, con la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia, y el ejemplo de los grupos guerrilleros que dejaron las armas, como el EPL, el M19, la Corriente de Renovación Socialista, el ERP, el Quintín Lame, etc., lecciones que ciertamente no fueron benéficas para fortalecer la institucionalidad y la democracia o alcanzar una paz estable y duradera, y que no debemos desdeñar.
¿Por qué impedir la participación de uno de los actores históricos reconocidos del conflicto, como las Autodefensas, que hemos sufrido con buena parte del País los desaciertos de un proceso de paz mal concebido? ¿Por qué no anticiparnos y remover los obstáculos que puedan restar credibilidad, representatividad y confianza al logro de la paz verdadera?
No será la inclusión política de los desmovilizados y sus bases sociales la que impida la solución negociada -ni tampoco la participación en el Proceso de Paz de la mayor cantidad de los actores del conflicto-, sino su invisibilización y exclusión política, la de sus comunidades, las que harán inviable la solución.
Cuál sería el interés que no se puedan expresar democráticamente con razones y argumentos, las ideas de quienes deponen las armas y durante años representaron los intereses de tantas comunidades, para que dentro de la institucionalidad, puedan ayudar a resolver los enormes problemas que aquejan especialmente a la Colombia marginal y periférica. Acaso desconocen que sin armas dentro de la contienda política democrática nada se puede imponer, y todo lo que dentro de ella se pretenda conseguir se obtendría convenciendo con la fuerza de las ideas, de la razón, de las promesas cumplidas, o es que allí no existen todos los controles, y mejor aún la participación de todas las variables políticas. ¿Quiénes son los pocos que se benefician de esta exclusión y sus funestas derivaciones? No es el pueblo colombiano.
Resulta inevitable que haya ciudadanos que deseen que guerrilleros y autodefensas, quienes tenemos iguales responsabilidades en cuantiosos hechos de guerra, nos pudramos en una cárcel o regresemos a la sociedad con nuestros derechos humanos y políticos cercenados. Pero no puede ser el castigo el único remedio que exija una sociedad que busca justicia pero también Reconciliación y Paz.
Las FARC-EP aspiran a transformarse en una fuerza política legalmente reconocida, también nosotros, así lo hemos manifestado innumerables veces, como el día de la instalación oficial de la mesa de negociaciones en Ralito, el 1 de julio de 2004, cuando dije: “para eliminar toda posibilidad que conduzca a un nuevo resurgimiento de la opción armada antisubversiva, nosotros como Autodefensas Campesinas avanzaremos, no hacia la desaparición como organización, sino hacia la transformación en un movimiento político de masas a través del cual la retaguardia social de las Autodefensas pueda constituirse en una alternativa democrática que defienda, custodie y proteja los intereses, derechos y demandas de nuestras comunidades ante los poderes del Estado”.
Las FARC aspirarán a ser en la legalidad líderes sociales en las diferentes zonas donde actuaron, y también en otras. ¿Cómo evitar que no vean las comunidades a sus integrantes como una amenaza si los otros desmovilizados no pueden competir políticamente con los mismos derechos y garantías que reciban los miembros de las FARC? ¿Por qué unos actores desmovilizados del conflicto sí harán proselitismo político y otros no? ¿Por qué propiciar esa diferencia de criterios, estratificar la violencia, las víctimas y los actores del conflicto armado según la posición política o ideológica? ¿Será socialmente viable un posconflicto parcializado que incluya a unos y rechace a otros? ¿Que los desmovilizados como autodefensas, e incluso los ya desmovilizados como guerrilleros en los años recientes, no recibamos un trato equivalente al que reciban los mandos y los soportes políticos y logísticos de las FARC y por el contrario quedemos confinados a la cárcel, extraditados, proscritos de la sociedad y seamos los únicos a los que se nos exija reparación y verdad?
¿Conducirá
a la paz la iniquidad y extravagancia que representa la asimetría de condenar a
unos por los mismos actos de guerra dentro del0 conflicto armado irregular,
mientras que simultáneamente, no solo se ignora la barbarie de los otros, sino
que también se premian?
¿Habrá auténtica paz si se le da un trato diferenciado a guerrilleros, autodefensas y militares cuando estos últimos han dicho: “no queremos terroristas ejerciendo cargos de poder y militares que han defendido legal y constitucionalmente esta nación, condenados, humillados, y confinados en las distintas cárceles del país”?
Por estas argumentadas razones, le pedimos respetuosamente, señor Presidente Santos, que retome el Proceso de Paz inconcluso con las Autodefensas, que fue truncado por el Gobierno anterior que suspendió el componente político de las negociaciones, al negarse a firmar los acuerdos pactados en la mesa cuando así se lo exigimos, vulnerando a los desmovilizados, a las comunidades directamente afectadas y decepcionando al país, cuando ya habíamos desmovilizado todos los hombres y mujeres de las autodefensas, dejándonos en el limbo, anclados exclusivamente al componente judicial transicional, sumido en total incertidumbre, plagado de vacíos, indefiniciones, inseguridades jurídicas y físicas; cercenados los derechos políticos y civiles, silenciados, extraditados, proscritos y encarcelados al lado de los líderes de nuestras bases sociales, apoyos políticos, empresarios, militares y amplios sectores de la sociedad que en su momento, cuando el país estuvo a punto de colapsar a manos de las guerrillas, nos empujaron, pidieron ayuda o nos apoyaron.
Y aunque hemos recurrido a la justicia buscando solución a estas falencias, ha sido imposible que la justicia las resuelva sola, ella no tiene las herramientas, y aún más, digámoslo con franqueza: en la forma como se ha abordado el componente judicial transicional, ni el Estado, ni el aparato judicial, tienen las herramientas, ni los recursos, mucho menos, la capacidad para evacuar el universo de hechos a juzgar - que abarcan todo el código penal - cometidos por las partes en contienda durante más de 50 años de conflicto armado.
Señor Presidente Santos: le pedimos relance y dé continuidad al Proceso de Paz con la Autodefensas para proseguir adelantándolo de manera conjunta o en simultáneo con las FARC-EP y con los otros actores que deben tener asiento en esa mesa única o paralela, para darle solidez, consistencia y sustentabilidad a los acuerdos finales.
Señor Presidente Santos, dirigencia de las FARC-EP y Pueblo Colombiano: Se necesita del compromiso del Estado en su totalidad, de la mayor cantidad de actores del conflicto, de los medios de comunicación y de toda la sociedad y la Comunidad internacional para alcanzar la Paz, para que los compromisos y los acuerdos pactados no sean malogrados por hechos y lógicas siniestras que nos excedan desde las ‘manos oscuras’ de quienes están dispuestos a utilizar todos los recursos legales o ilegales, estatales o paraestatales de izquierda o de derecha habidos y por haber, en contra de la Paz y la Reconciliación, y del País donde quepamos todos.
A la dirigencia de las FARC-EP, a sus negociadores, a sus tropas y bases sociales y políticas, les pedimos evitemos se siga reciclando en un solo colombiano y colombiana, y con cualquier pretexto, la exclusión que los llevó a empuñar las armas. Les pedimos que participemos conjuntamente en la construcción de la Paz, compromiso con el que indeclinablemente debemos desnudar las verdades del conflicto, para que podamos subsanar las profundas causas que lo originaron y mantienen, cuáles y de quiénes las responsabilidades asumiendo las que nos correspondan, sin revanchismos, procurando mirar hacia adelante para evitar se sigan repitiendo los males y lograr así una Paz duradera. La paz, el perdón y la reconciliación son posibles.
Estimulémoslos, sembrémoslos con nuestro ejemplo. A nombre de todas las Autodefensas que como yo tengamos el corazón dispuesto, les pedimos perdón por los hechos de guerra y les perdonamos, los daños infringidos, el dolor y los sufrimientos causados entre nosotros, y producto de esa confrontación, a Colombia entera, a la que también imploramos perdón.
Presidente Santos, a Usted y por intermedio suyo al Pueblo y al Estado colombiano que Usted representa, clamamos nos concedan el perdón y la posibilidad de ayudar a construir una sociedad en Paz y Reconciliada. Esperamos de corazón, que los diálogos de Paz que inician una fase decisiva en Oslo y en La Habana incorporen el bien común de la sociedad entera, como criterio rector que prevalezca humanitariamente por sobre las legítimas posiciones políticas de unos y de otros, reconstruyendo el tejido social ultrajado durante este largo conflicto armado.
No se trata de pretender cheques en blanco ni inmunidades ni privilegios a futuro, sino de disfrutar, todos igualitariamente, la oportunidad de un nuevo renacer. De poder participar política y democráticamente, en igualdad de derechos y obligaciones, dentro del ordenamiento legal y constitucional, para que se verifique aquello de que no habrá vencedores ni vencidos, todos igualmente dedicados y comprometidos con la realización de los imperativos de la Ley y de la Paz. Y así recorrer por siempre el bello camino de la Reconciliación. Con nuestros mejores deseos de Paz y Reconciliación.
SALVATORE MANCUSO GÓMEZ
Warsaw, Virginia, USA
17 de octubre de 2012
¿Habrá auténtica paz si se le da un trato diferenciado a guerrilleros, autodefensas y militares cuando estos últimos han dicho: “no queremos terroristas ejerciendo cargos de poder y militares que han defendido legal y constitucionalmente esta nación, condenados, humillados, y confinados en las distintas cárceles del país”?
Por estas argumentadas razones, le pedimos respetuosamente, señor Presidente Santos, que retome el Proceso de Paz inconcluso con las Autodefensas, que fue truncado por el Gobierno anterior que suspendió el componente político de las negociaciones, al negarse a firmar los acuerdos pactados en la mesa cuando así se lo exigimos, vulnerando a los desmovilizados, a las comunidades directamente afectadas y decepcionando al país, cuando ya habíamos desmovilizado todos los hombres y mujeres de las autodefensas, dejándonos en el limbo, anclados exclusivamente al componente judicial transicional, sumido en total incertidumbre, plagado de vacíos, indefiniciones, inseguridades jurídicas y físicas; cercenados los derechos políticos y civiles, silenciados, extraditados, proscritos y encarcelados al lado de los líderes de nuestras bases sociales, apoyos políticos, empresarios, militares y amplios sectores de la sociedad que en su momento, cuando el país estuvo a punto de colapsar a manos de las guerrillas, nos empujaron, pidieron ayuda o nos apoyaron.
Y aunque hemos recurrido a la justicia buscando solución a estas falencias, ha sido imposible que la justicia las resuelva sola, ella no tiene las herramientas, y aún más, digámoslo con franqueza: en la forma como se ha abordado el componente judicial transicional, ni el Estado, ni el aparato judicial, tienen las herramientas, ni los recursos, mucho menos, la capacidad para evacuar el universo de hechos a juzgar - que abarcan todo el código penal - cometidos por las partes en contienda durante más de 50 años de conflicto armado.
Señor Presidente Santos: le pedimos relance y dé continuidad al Proceso de Paz con la Autodefensas para proseguir adelantándolo de manera conjunta o en simultáneo con las FARC-EP y con los otros actores que deben tener asiento en esa mesa única o paralela, para darle solidez, consistencia y sustentabilidad a los acuerdos finales.
Señor Presidente Santos, dirigencia de las FARC-EP y Pueblo Colombiano: Se necesita del compromiso del Estado en su totalidad, de la mayor cantidad de actores del conflicto, de los medios de comunicación y de toda la sociedad y la Comunidad internacional para alcanzar la Paz, para que los compromisos y los acuerdos pactados no sean malogrados por hechos y lógicas siniestras que nos excedan desde las ‘manos oscuras’ de quienes están dispuestos a utilizar todos los recursos legales o ilegales, estatales o paraestatales de izquierda o de derecha habidos y por haber, en contra de la Paz y la Reconciliación, y del País donde quepamos todos.
A la dirigencia de las FARC-EP, a sus negociadores, a sus tropas y bases sociales y políticas, les pedimos evitemos se siga reciclando en un solo colombiano y colombiana, y con cualquier pretexto, la exclusión que los llevó a empuñar las armas. Les pedimos que participemos conjuntamente en la construcción de la Paz, compromiso con el que indeclinablemente debemos desnudar las verdades del conflicto, para que podamos subsanar las profundas causas que lo originaron y mantienen, cuáles y de quiénes las responsabilidades asumiendo las que nos correspondan, sin revanchismos, procurando mirar hacia adelante para evitar se sigan repitiendo los males y lograr así una Paz duradera. La paz, el perdón y la reconciliación son posibles.
Estimulémoslos, sembrémoslos con nuestro ejemplo. A nombre de todas las Autodefensas que como yo tengamos el corazón dispuesto, les pedimos perdón por los hechos de guerra y les perdonamos, los daños infringidos, el dolor y los sufrimientos causados entre nosotros, y producto de esa confrontación, a Colombia entera, a la que también imploramos perdón.
Presidente Santos, a Usted y por intermedio suyo al Pueblo y al Estado colombiano que Usted representa, clamamos nos concedan el perdón y la posibilidad de ayudar a construir una sociedad en Paz y Reconciliada. Esperamos de corazón, que los diálogos de Paz que inician una fase decisiva en Oslo y en La Habana incorporen el bien común de la sociedad entera, como criterio rector que prevalezca humanitariamente por sobre las legítimas posiciones políticas de unos y de otros, reconstruyendo el tejido social ultrajado durante este largo conflicto armado.
No se trata de pretender cheques en blanco ni inmunidades ni privilegios a futuro, sino de disfrutar, todos igualitariamente, la oportunidad de un nuevo renacer. De poder participar política y democráticamente, en igualdad de derechos y obligaciones, dentro del ordenamiento legal y constitucional, para que se verifique aquello de que no habrá vencedores ni vencidos, todos igualmente dedicados y comprometidos con la realización de los imperativos de la Ley y de la Paz. Y así recorrer por siempre el bello camino de la Reconciliación. Con nuestros mejores deseos de Paz y Reconciliación.
SALVATORE MANCUSO GÓMEZ
Warsaw, Virginia, USA
17 de octubre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario