Blanco&negro
Todo lo que toca Uribe se marchita
Por León ValenciaVer más artículos de este autor
OPINIÓNNadie logra identidad, nadie crece, nadie tiene vuelo propio a la sombra de Uribe.
¿Qué explicación tiene que en la encuesta de SEMANA y RCN los precandidatos de la izquierda Antonio Navarro y Clara López aventajen a los uribistas Francisco Santos y Oscar Iván Zuluaga en la disputa presidencial y en la encuesta de Cifras y Conceptos aparezca la lista uribista al Senado con el
ínfimo registro del 2 por ciento? Estamos aún a siete meses de las elecciones parlamentarias y a nueve de las presidenciales y todo lo que se diga es temporal y discutible. Pero estos registros son una verdadera sorpresa.
¿Quién esperaba que la recia, bien organizada y persistente campaña de oposición de Uribe y sus huestes al gobierno de Santos diera a estas alturas tan precarios resultados? ¿Quién esperaba que los candidatos y las listas de un expresidente con el más alto grado de popularidad estuviesen por debajo de líderes de izquierdas con asiento en pequeños y divididos partidos que aún no están en campaña electoral?
La idea fija entre los uribistas es que su candidato presidencial pasará a la segunda vuelta, amenazando seriamente la reelección de Santos, y sus listas al Congreso se alzarán con no menos del 30 por ciento de los votantes. Esta es una percepción corriente entre la mayoría de los analistas políticos. De ahí lo extraño que suenan los datos de los sondeos de opinión.
En estos días he oído una explicación de parte de personas entendidas. Dicen que la culpa es de la baraja de candidatos. Que no tienen carisma ni pintan como verdaderos jefes de gobierno o como importantes parlamentarios. Yo tengo una explicación más arriesgada y quizás arbitraria.
Nadie logra identidad, nadie crece, nadie tiene vuelo propio, a la sombra de Uribe. El señor Uribe es un árbol que se nutre de la savia de los demás, que crece con la sangre de los demás, que no permite que los demás tengan una voz propia, que marchita a quienes lo rodean.
Para no ir muy lejos, ocurrió en las pasadas elecciones. Enrique Peñalosa fungía como el más seguro alcalde de Bogotá y en un momento de su campaña, solo para asegurar su triunfo, solo para reforzar la victoria, se lo ocurrió que lo mejor era buscar el alero de Uribe y allí fue la debacle, todo empezó a girar alrededor del expresidente, Peñalosa pasó a un segundo lugar, se contrajo, se desdibujó y derivó rápidamente del optimismo al desespero y la amargura. También en la propia casa de Uribe, en Antioquia y Medellín, sus candidatos a Gobernación y Alcaldía sufrieron estruendosas derrotas.
Ese raro fenómeno favorece hasta el momento a Santos. Aún con la controversia que suscita el proceso de paz, sin una gran empatía con las regiones y con el pueblo raso, sin que las reformas sociales que ha emprendido muestren importantes frutos, Santos mantiene una ventaja, no muy apreciable, no muy cómoda, pero al fin ventaja, sobre sus contendores presidenciales. Esa inercia lo puede llevar a la reelección aun si la paz no se ha firmado pero la esperanza de ella esta viva.
Pero la izquierda también puede sacarle jugo al fenómeno. Antonio Navarro y Clara López tienen una enorme responsabilidad. Podrían organizar una consulta presidencial el día de las elecciones parlamentarias. Eventualmente otros precandidatos se sumarían. Un programa mínimo de apoyo a las negociaciones de paz y de reformas políticas y sociales y la regla de que, quien quede en el segundo lugar, será la fórmula vicepresidencial, podría facilitar el acuerdo.
Tal como están las cosas, un candidato de la izquierda surgido de una consulta popular podría aventajar al candidato del uribismo y pasar a segunda vuelta, lo cual significaría un espaldarazo enorme a la paz y a la reconciliación del país. La consulta además le dará un gran impulso a las listas al Congreso de la República y contribuirá a que los partidos minoritarios mantengan su personería jurídica.
En los grupos de izquierda, especialmente en el Polo Democrático, hay grandes resistencias a un acuerdo de este tipo. Pero sería una enorme torpeza que se dejaran llevar por las viejas rencillas y no aprovecharan la situación. El uribismo siente el peligro y por eso le ha dado por alabar al senador Jorge Enrique Robledo y por jugar cartas en el proceso unitario que adelantan los verdes y los progresistas.
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