jueves, 21 de julio de 2011

ESPAÑA

Blanco&negro



Camps da la espantada para no tragar con el apaño de Rajoy

El presidente valenciano se derrumbó con el trato ya listo y facilitó así una salida a Rajoy

El líder del PP había aceptado que Camps siguiera en el poder con antecedentes penales

El letrado de Camps llegó a presentar en el tribunal el escrito en el que se reconocía culpable

Francisco Camps, tras anunciar su dimisión / TANIA CASTRO
Le apoyó por delante, por detrás, al lado, se tragó todos los sapos por él, vinculó el futuro político de ambos, le aclamó en plazas de toroscuando todo el mundo sabía que lo quería ver dimitido. Nunca le pidió que se fuera. Esperó y esperó, confiado en que algún momento la presión lo reventaría. En que moriría sin que nadie lo matase. Y sobre todo sin que él se manchase las manos. Tuvo que esperar dos años, cuatro meses y un día, pero Mariano Rajoy, sin mover un músculo, vio ayer cómo caía por su propio peso, y sin hacer él nada, como pasó con el extesorero Luis Bárcenas, la última gran pieza del caso Gürtel: dimitió Francisco Camps.
El presidente de la Generalitat se resistió hasta el último momento. Y Rajoy, consciente de que no podía forzar su dimisión directamente, buscó una salida intermedia, aunque muy difícil de defender. En varias conversaciones en los últimos días, tanto el líder del PP como otros interlocutores le explicaron a Camps que la dirección nacional no podía permitirse un juicio en otoño, en plena campaña. Así que, si no quería dimitir —y no quería— solo quedaba una salida: declararse culpable, aceptar la multa más alta que le pidieran, y evitar el juicio.
Rajoy aceptaba así que Camps se convirtiera en el único presidente autonómico con antecedentes penales de la democracia española, nada menos que por cohecho, esto es por corrupción. Es más, le dejaba a él decidir. Pero para facilitar las cosas, Génova empezó a trabajar para que saliera adelante ese apaño. “Es el mal menor”, explicaban.
El abogado del dirigente llegó a presentar el escrito de culpabilidad
Rajoy ya había renunciado a su oportunidad real para resolver el problema en marzo, cuando podía no haberle confirmado como candidato. Los estatutos del PP le dan ese último poder al líder. Pero una vez más, no lo ejerció, prefirió esperar, como siempre, y entonces quedó a merced del president. Él tenía la última palabra.

No hay comentarios: